Páginas

lunes, 14 de enero de 2013

Cortar o recortar, o la forma de solucionar nada.

Cortar o recortar, o la forma de no solucionar nada - La Perla de Al-Ándalus - pasaje
Segunda mitad del siglo X. Al-andalus, su capital Qurtuba, esplendor y uno de los centros culturales del mundo conocido.

"(...)Desde el alminar de la gran mezquita resonó poderosa la voz del almuédano llamando a la oración del mediodía, al tiempo que los rayos de sol caían en picado sobre la plaza y calentaban lo justo para invitar a disfrutar del paseo sin preocuparse de nada más.
Mientras deambulaban entre los puestos les iba asaltando una interminable procesión de olores que les ayudaban a aumentar la sensación de placidez. Al pasar por delante de los tenderetes de los especieros les llegaban los aromas de la canela recién traída desde Ceilán, o de la pimienta procedente de la India, o del jengibre llegado de la todavía más lejana China.(...)

Los olores se matizaron al acceder a la zona de los verduleros, pero también encontró placer al sentir los sobrios efluvios de las habas, alcachofas, espinacas o berenjenas, siempre y durante todo el recorrido acompañado por el incesante y ensordecedor reclamo de los vendedores que llamaban a los paseantes incitándoles a llevarse su mercancía. Se detuvo sorprendido ante la exposición de uno de ellos, al observar que todos los pepinos que ofrecía el paisano estaban cortados en cuatro trozos.
—¿Por qué cortas tu mercancía en trozos, hermano? —preguntó—. ¿Acaso su precio es tan alto que no alcanza la gente a llevarse una pieza completa?
El hombre, un viejo enteco con el rostro señalado por profundos surcos de toda una vida de trabajo al sol, frunció aún más el gesto entrecerrando los párpados y le dedicó una mirada que parecía querer taladrarlo. Se entretuvo después unos instantes en mover ligeramente los pedazos, como si estuviera pensándose la respuesta adecuada.
Sin darle tiempo a contestar, Ahmed apartó a Tomás del puesto y lo empujó con su mano al tiempo que le reconvenía:
—¿Es que no te enteras de nada de lo que pasa? ¿Quieres empezar una discusión sobre las decisiones de un alfaquí?
—¿De qué me hablas? —preguntó sorprendido.
—Este hombre sin duda procede de Jaén. Si no te enteraste de lo que pasó allí, serás el único en todo Qurtuba.
—Pues debo de ser el único porque no sé de qué me estás hablando.
—Hará cosa de dos meses fue un hombre a ver al alfaquí Musa, que goza en la villa del mayor respeto, para informarle de que había sorprendido a su mujer utilizando los pepinos, no para cocinar como hubiera sido lo natural, sino para otros fines distintos al yantar —explicó, lanzando una sonora carcajada.
Tomás lo observó sorprendido.
—¿Qué me dices, hermano?
—Lo que oyes, no sé cómo no estabas enterado. El alfaquí dictó sentencia con rapidez, condenó a la innoble mujer a recibir cincuenta latigazos y la expulsó de la villa, y para que no hubiera lugar a que el ejemplo se extendiera a otras malas pécoras, pues de todos es sabido que no podemos confiar en las mujeres, ordenó que a partir de ese día todos los pepinos que se ofrezcan en el mercado estén bien cortados en cuatro trozos. Con seguridad que no habrá hombre en el califato que no alcance a equipararse al menos a un cuarto de pepino, por hermoso que fuere éste —añadió sin dejar de reír estruendosamente.(...)"
-La Perla de Al-Ándalus; Luis Molinos.-

7 comentarios:

Anselmo Lucio dijo...

¡Jajaja!!! Bonito relato.

Saludos, José Javier.

@pepejavier dijo...

Muchas gracias, Anselmo por pasar por aquí, y dejar tu comentario.
La historia que cuenta la novela, ambientada en la caída del Califato, no deja de estar salpicada de pinceladas con humor que hacen más llevadera la "espesura" del ambiente. Tal que ahora.

Paco Muñoz dijo...

Un fino humor desde luego José Javier. Y coincido con Anselmo bonito relato. Un abrazo.

@pepejavier dijo...

Gracias Paco, tu visista es siempre de agradecer. Un libro que merece la pena leer.

Jorge Bono dijo...

Excelente relato en momentos me ha recordado a la gran obra " El perfume"

@pepejavier dijo...

Ahora que lo dices, algo. Si leyeses el pasaje original quizá te lo recordaría aún más. Es absolutamente embriagador. Cuando lo leí la primera vez, prácticamente me transportó a algún zoco de Marruecos, a esas callejuelas estrechas donde se amontonan las especias y el aroma hace casi irrespirable el aire. O a algún mercado asiático dónde ocurre prácticamente igual al pasear junto a los vendedores de especias.

Vania dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.